Polonia casi ha duplicado en 2020 su uso de la energía solar, alcanzando las 300.000 instalaciones en tejados y azoteas, que además alimentan las redes locales.
Polonia, un país muy dependiente del carbón, prevé cerrar su último pozo minero en 2050, cumpliendo así el plazo fijado por la Unión Europea (UE), pero su transición a la energía verde, según los expertos, va con retraso y podría toparse con numerosos obstáculos.
Pese a tres décadas de reformas del mercado que se saldaron con éxito y un crecimiento constante desde su transición del régimen comunista a la democracia, el carbón representa cerca del 80 % de la potencia energética del país.
La gigantesca central de Belchatow, que funciona con lignito, es el “mayor emisor de gases con efecto invernadero” de Europa, según la UE y varias asociaciones ecologistas mundiales. Belchatow, un vestigio de la época comunista, funciona gracias a una extensa mina a cielo abierto situada cerca de allí, y satisface alrededor del 20 % de las necesidades energéticas de Polonia.
El país debería haber empezado a relegar el carbón hace décadas para poder alcanzar los objetivos europeos de emisiones netas nulas, según el profesor Piotr Skubala, de la Universidad de Silesia, en la región minera del sur del país.
Además, las minas de carbón son responsables de más de 80.000 empleos, fuertemente subvencionados y politizados.
Las emisiones polacas continuaron siendo altas en los últimos años, en tanto el gobierno, nacionalista conservador, se empecinó en defender el carbón. Pero los altos costes de extracción y las tasas de carbono europeas han hecho que la energía a base de carbón ya no sea competitiva, por lo que Varsovia tuvo que revisar sus posicionamientos.
Fuente: El Espectador